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domingo, 3 de julio de 2011

CRISTO SERÁ TU REFUGIO Y TAMBIÉN TU CONSOLADOR

                                              
                                               
Sección: Pensamientos Fundamentales en Nuestra Vida Diaria

Por Serafín Alarcón Carrasquillo/Noticias Sur P.R.

Mateo 5:4
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Este día fue uno de esos en donde las experiencias vividas sin duda alguna marcaron mi conciencia y espíritu. Mucha gente que con el pasar de los años ya me conoce y cuando llego a sus casas me reciben con un manjar de sonrisas y comentarios dulces. Usted me entiende, esa clase de gente que sin mucho disimulo muestran su amor y aprecio. En verdad, vivir esas experiencias me alienta a seguir mis caminatas por esta bendita isla. Pero, no siempre las noticias son alegres, en ocasiones nos rompen el corazón.

Les cuento que hace aproximadamente dos años estaba caminando una comunidad del pueblo de Santa Isabel . Allí conocí una joven mujer que me decía que su hermana menor había sido baleada por su esposo y que estaba en condición critica. Recuerdo que con ojos llorosos y desconsolada compartía conmigo el temor de que sus sobrinos (hijos de su hermana) fueran removidos del hogar por el departamento de la familia. Ya han pasado dos años desde la ultima vez que hablamos y me dio la mala noticia de que su hermana había quedado parapléjica y sus hijitos estaban en un hogar sustituto. Nadie en la familia tenía acceso a los niños y para colmo el Estado se opone a que los niños visiten a su madre para verle. Le pregunté por el padre de los niños y me comentó que había sido acecinado seis meses después de haber baleado a su hermana.

En fin, una historia de esas que parecen sacadas de las páginas de una tragedia griega. Traté de dar alguna palabra de aliento a esta pobre mujer entregándole una tablita que decía: Salmo 43:5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

Entonces, y espontáneamente se arrojó a llorar en mis brazos. Les digo que me impresiono tanto su dolor que casi también lloro. En ese instante solo pude decirle que llorase, que CRISTO desde hoy sería su refugio y Consolador.

(El Autor es Misionero y Director de los Ministerios Tablitas del Señor y la Primera Iglesia Virtual.)

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