Sección: Pensamientos Fundamentales en Nuestra Vida Diaria
Por Serafin Alarcón Carrasquillo/Noticias Sur P.R.
Acompañado de un sol de mediodía caminaba una comunidad del pueblo de Santa Isabel, Puerto Rico. Barrio Playa, para ser más preciso. Allí, frente al mar Caribe alzaba mi voz con la esperanza de que alguien se interesara y respondiera.
- ¡Buenas tardes! - con entusiasmo decía.
Entonces, un hombre con voz violenta confundiéndome con algún vendedor contesta:
- ¿Que quiere? ¡No compro nada!...
Añado y digo: - Dios le bendiga... Pero no responde, no se sorprende por la buena nueva. Con el rostro arrugado y gesto áspero tira la puerta dándome la espalda.
Total ausencia de elemental cordialidad. Ausente de la más mínima amabilidad. Ojos que no quieren mirar al prójimo y mucho menos a DIOS. Les digo, esta es una escena que se ha convertido más que habitual. Muchas veces rechazados y objetos de mofa nos reciben en algunos lugares. Convertidos en el blanco fácil de algunos fariseos como de aquellos que hablarles de Dios está prohibido. Hablar de Cristo es asunto vedado en muchas plazas y lugares que visito. Con poco respeto y afecto te lanzan la mar de argumentos insospechados. Áridos de hermandad con sus excusas van dibujando lo que hay en su interior.
Cristo vivió la misma realidad, vivió la más amarga experiencia de tener que sufrir el rechazo de aquellos que se hacían llamar el pueblo del Señor. Sin embargo, con el paso de los años he aprendido a caminar sin que me afecte mucho el desprecio y la necedad de unos pocos. Con fe prosigo en mi búsqueda un alma que desee escuchar el verso de un amigo, un mensaje que venga de parte de Cristo Jesús.
(El Autor es Misionero y Director de los Ministerios Tablitas del Señor y la Primera Iglesia Virtual).
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