Por Serafín Alarcón Carrasquillo/Noticias Sur P.R.
Pueblo de Caguas, Puerto Rico
Isaías 41:10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
No temas, porque yo estoy contigo… Cuando camino las calles de mi país suelo meditar sobre la triste situación por la que está pasando. Jesús subió al monte a orar. El había anunciado que pronto sufriría una gran agonía. Los líderes religiosos lo rechazarían, y también sería crucificado.
Con cada paso que doy me percato de la pertinencia del trabajo que realizo. Es decir, Jesús, quien era totalmente humano y totalmente divino, debió haber estado también preocupado por lo que acontecía en la sociedad de su tiempo. Debió sentirse solo al sospechar cual sería la reacción final del Sanedrín frente a su mensaje. Cristo fue capaz de resistir el rechazo, el oprobio, el abuso, los golpes y la agonía en la cruz. Nosotros, como sus discípulos debemos estar dispuestos a entregar y dejar atrás todo temor que nos limite. Es imperante que meditemos, reflexionemos y sobre todo oremos por esta humanidad sedienta por una palabra de esperanza. Palabras que apelen a aquel que tiene el poder infinito y recursos ilimitados.
Amados, cuando oramos con fervor, Dios cambia las circunstancias; y, otras veces, la oración a nosotros cambia. Cualquiera que sea el resultado, el mensaje de Jesucristo para cada uno de nosotros es: «No temas, porque yo estoy contigo».
(El Autor es Misionero y Director de los Ministerios Tablitas del Señor y la Primera Iglesia Virtual.)
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