Sección: Hablemos de Realidades Históricas
Por Rafael A. Rosario Rivera/Noticias Sur P.R.
VI. Crisis económica de 1970
Para la década de 1970 Puerto Rico entró en una crisis peor. Los precios del petróleo a nivel internacional aumentaron de forma sorprendente en un momento en que nuestro país dependía en 98% de este combustible para producir energía eléctrica, para la producción industrial y para la transportación. Obviamente, por la falta de poderes políticos, Puerto Rico no podía participar de las negociaciones para establecer acuerdos de precio con los países exportadores del crudo. Además, el gobierno se había endeudado grandemente tomando prestamos para construir los edificios a las empresas de Manos a la Obra y para darle los incentivos que había ofrecido. Ante esta realidad muchas manufactureras dejaron de invertir en el país, la industria de la construcción se paralizó, el turismo disminuyó, el desempleo aumentó hasta un 24%, y los precios de los productos se inflaron por lo mucho que costaba transportarlos. En esta década estábamos en plena Guerra Fría y los Estados Unidos no podían permitirse una crisis en la colonia que necesitan mantener como punto militar estratégico. Para paliar la crisis aparecieron dos programas: los cupones de alimentos y las corporaciones 936.
Los cupones sirvieron de subsidio a las familias pobres y las mantendrían tranquilas con los fondos pero obviamente no se creó desarrollo sino mas estancamiento. Las familias que recibían los cupones dejaron de buscar empleo conformándose con el subsidio. Esto creó la ilusión de que no existe crisis y explica por que no se han levantado en protesta muchas personas. Sin embargo, la sección 936 apareció porque el gobierno federal necesitaba mas fondos. Las corporaciones de Manos a la Obra no pagaron impuestos por sus ingresos ni en Puerto Rico ni en Estados Unidos desde el 1950 hasta 1959. Desde ese año se suponía que pagaran impuestos en Estados Unidos al repatriar sus ingresos a los bancos de la nación, pero estas empresas decidieron repatriar los ingresos a bancos en Europa para evadir el pago en Norteamérica. La 936 cambió las reglas prometiendo a las empresas norteamericanas establecidas en Puerto Rico que no pagarían impuestos federales si repatriaban la ganancia a los bancos estadounidenses. Esto era positivo para los bancos norteamericanos pero no para Puerto Rico, pues significaba una gran fuga de capital. Para evitar una perdida tan grande el gobierno propuso que las empresas pagaran un impuesto de 10% cada vez que repatriaran el dinero. En cambio, si depositaban el dinero en los bancos locales pagarían solo un 5% y hasta menos.
De este modo Puerto Rico se presentó como un paraíso fiscal y muchas de las empresas dejaron el dinero en los bancos locales, pero ocurrió algo espeluznante. Bancos españoles como el Santander y el Banco Central, y norteamericanos como Chase, Citibank y First Boston compraron practicamente todos los bancos locales. De esta forma los fondos de las corporaciones se quedaron en manos extranjeras. En este momento llegaron a Puerto Rico las industrias petroquímicas, farmacéuticas, electrónicas y de instrumentos científicos. Los empleos que se perdieron de las empresas de Manos a la Obra se sustituyeron por los de las empresas 936 y el desempleo se redujo hasta un 12%, pero todo esto seguía siendo respiración artificial. Las ganancias de la producción industrial seguían en manos extranjeras, pagaban un impuesto de entre 4% y 0%, y, después de producir 100,000 empleos, se estancó. El gobierno seguía endeudado y aumentando sus gastos cuando, tratando de crear los empleos que la empresa privada ya no podía producir. Así terminó siendo el patrono de casi el 30% de los trabajadores en el país. Como era de esperarse, las 936 no durarían para siempre y en el 1996 comenzó la eliminación de los beneficios contributivos. La gente que no conoce bien el tema piensa que fue Pedro Rosselló quien las eliminó, pero no fue así. El presidente George Bush, padre, había dejado un déficit en el presupuesto del gobierno federal y Bill Clinton necesitaba aumentar las recaudaciones. Al analizar las ganancias exorbitantes que tenían las empresas 936 en Puerto Rico, advirtió que para el año 2000 se terminaban los beneficios y todas tenían que pagar impuestos en Estados Unidos. Se acabó el privilegio y comenzaron a cerrar muchas para establecerse en países que le ofrecieron mejores condiciones de inversión. Este es el último paso para la crisis actual. (El Autor es Profesor de Historia y Religión en el Colegio Ponceño).
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