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Sección: Pensamientos Fundamentales en Nuestra Vida Diaria
Por Serafín Alarcón Carrasquillo/Noticias Sur P.R.
Playa de Ponce, Puerto Rico
Romanos 12: 9-10 - El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
En mi caminata tuve un encuentro con una amada pastora que siempre que le visito conversamos por largo rato. Y bueno, en esta ocasión no fue la excepción. Me comentaba que en su iglesia había una fuerte discusión entre hermanos sobre que tipo de música se debía tocar durante el servicio de adoración. Esta amada hermana sabiamente les señaló que Dios está más interesado en la música que hacemos cuando nos tratamos como cuerpo y como congregación que en el tipo de instrumentos o ritmo musical que usamos.
Son tantas las congregaciones que han experimentado la desunión por todo tipo de asuntos. Cuando esto pasa, solemos desalentarnos. Sin embargo, esto no impresiona a Dios. Jesucristo nos llamó hermanos y hermanas y, de muchos modos la iglesia es eso, una familia. En ocasiones las familias pasan por momentos de crisis, de diferencias de opinión y aun discusiones acaloradas.
Romanos 12 nos exhorta a que como buenos hermanos en la fe mostremos sin reservas amor y humildad: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros». Cuando nos amamos fervorosamente la melodía que entonan nuestros corazones ha de ser la mejor adoración que podamos ofrecer a Dios.
Romanos 12: 9-10 - El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
En mi caminata tuve un encuentro con una amada pastora que siempre que le visito conversamos por largo rato. Y bueno, en esta ocasión no fue la excepción. Me comentaba que en su iglesia había una fuerte discusión entre hermanos sobre que tipo de música se debía tocar durante el servicio de adoración. Esta amada hermana sabiamente les señaló que Dios está más interesado en la música que hacemos cuando nos tratamos como cuerpo y como congregación que en el tipo de instrumentos o ritmo musical que usamos.
Son tantas las congregaciones que han experimentado la desunión por todo tipo de asuntos. Cuando esto pasa, solemos desalentarnos. Sin embargo, esto no impresiona a Dios. Jesucristo nos llamó hermanos y hermanas y, de muchos modos la iglesia es eso, una familia. En ocasiones las familias pasan por momentos de crisis, de diferencias de opinión y aun discusiones acaloradas.
Romanos 12 nos exhorta a que como buenos hermanos en la fe mostremos sin reservas amor y humildad: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros». Cuando nos amamos fervorosamente la melodía que entonan nuestros corazones ha de ser la mejor adoración que podamos ofrecer a Dios.
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(El Autor es Misionero y Director de los Ministerios Tablitas del Señor y la Primera Iglesia Virtual.)
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