Sección: Pensamientos Fundamentales en Nuestra Vida Diaria
Por Serafín Alarcón Carrasquillo/Noticias Sur P.R.
Mateo 7
1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
Mientras caminaba en una comunidad del pueblo de SANTA ISABEL un hombre me confiaba su trágica vida. Una de esas historias que parecen ser sacadas del guión de una película o novela. Había quedado viudo hacia a penas un año; Me decía que su esposa en el lecho de muerte le confesó haberle sido infiel con su mejor amigo. Este hombre se veía lleno amargura, se veía derrotado y casi sin esperanzas de volver a comenzar nada en su vida. Mientras hablaba pensaba que palabras podría usar para sanarle, para servirle de algo. Entonces con mucho valor le dije:
- “Amado hermano, Jesús nos enseñó a no juzgar a otras personas, porque seremos juzgados de la misma manera. En lugar de tratarnos como merecíamos, Jesús nos mostró misericordia al perdonarnos. Mire, en una ocasión un esclavo al que le fue perdonada una gran deuda, fue reprendido por el Padre al negarse a perdonar a alguien que le debía menos. ¿Entiende?”
Todos conocemos personas que nos han ofendido, nos han desanimado y traicionado. Podemos escoger entre tratarlas con dureza y castigo, o mostrarles misericordia y perdón igual que Jesucristo hace con nosotros. La Biblia nos dice que estamos «esculpidos en las palmas» de las manos de Dios. Esto nos sugiere que Dios no nos dejará ni nos desamparará. Cuando nos sentimos desanimados o perdidos, podemos sentirnos tentados a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros. Dios no se olvida, él desea sanar todas nuestras heridas. No puedo evitar que la gente me haga daño, pero puedo vencer mis gigantes si abro mi corazón a CRISTO y permito que me enseñe a amar y perdonar.
1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
Mientras caminaba en una comunidad del pueblo de SANTA ISABEL un hombre me confiaba su trágica vida. Una de esas historias que parecen ser sacadas del guión de una película o novela. Había quedado viudo hacia a penas un año; Me decía que su esposa en el lecho de muerte le confesó haberle sido infiel con su mejor amigo. Este hombre se veía lleno amargura, se veía derrotado y casi sin esperanzas de volver a comenzar nada en su vida. Mientras hablaba pensaba que palabras podría usar para sanarle, para servirle de algo. Entonces con mucho valor le dije:
- “Amado hermano, Jesús nos enseñó a no juzgar a otras personas, porque seremos juzgados de la misma manera. En lugar de tratarnos como merecíamos, Jesús nos mostró misericordia al perdonarnos. Mire, en una ocasión un esclavo al que le fue perdonada una gran deuda, fue reprendido por el Padre al negarse a perdonar a alguien que le debía menos. ¿Entiende?”
Todos conocemos personas que nos han ofendido, nos han desanimado y traicionado. Podemos escoger entre tratarlas con dureza y castigo, o mostrarles misericordia y perdón igual que Jesucristo hace con nosotros. La Biblia nos dice que estamos «esculpidos en las palmas» de las manos de Dios. Esto nos sugiere que Dios no nos dejará ni nos desamparará. Cuando nos sentimos desanimados o perdidos, podemos sentirnos tentados a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros. Dios no se olvida, él desea sanar todas nuestras heridas. No puedo evitar que la gente me haga daño, pero puedo vencer mis gigantes si abro mi corazón a CRISTO y permito que me enseñe a amar y perdonar.
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(El Autor es Misionero y Director de los Ministerios Tablitas de Señor y la Primera Iglesia Virtual).
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